miércoles, 18 de junio de 2014

Demonios.



Demonios...
Oscuros ojos de piel marchita
besos a a fuego que son derrota.
El abandono me conduce
a mi propia estupidez
y de ella brota
la cobardía continua
de no poder gritar.

Los gritos
son vanos estallidos
profundas mentiras
que se han perdido 
en mi mente incomprensible.

No puedo,
sin gritos no sé explicar
lo que me ciega la garganta
la fe en la vida...
y la gente piensa
que todo es porque yo lo busco.

¡Nunca quise ser nada más
que no sentir esto!
Yo no quiero ser un alma
borrada, herida
yo sólo quiero ser
nueva, brillante,
pero del polvo
no surge nada, nada , nada...

¡Mi mayor inconclusión!
¡Mi mayor incongruencia!
Mi mayor YO corrompido, absurdo, borracho.
Y deseando volver
a aquel destino olvidado
que alguna vez creyeron ver mis labios.

Algo selló tus besos, tu saliva,
tu propio alcohol...
y sólo queda agua,
vacía, empozoñada.

¡Maldita YO!
¡Maldito mi ser y mi sexo!
¡Maldito Dios y su puta fe!

Sara, estás de nuevo ¿dónde?
en el inicio.
Vuelve, vuelve, ven.
Si, ya voy,
espérame
que ya pierdo de nuevo.

Vuelvo a tus brazos
puta zorra
pero amiga fiel
que me arranca la piel.

Desnúdame, tómame
en los brazos del desvarío
de la tormenta sexual
de mis ambiguos senos.
Baco, bésame, vino...
ven y hazme ser temida
y tomada por loca,
por asesina,
por huracán...

Déjame volar,
déjame olvidar
y dame el sortilegio de la victoria, 
la espuma antigua
del as ganador.

(Escrita el 28/2/1998  Tarde, muy tarde y probablemente también borracha.)